Me llamaron el otro día de un programa de televisión por si me interesaba hacer una intervención relacionada con la brecha salarial. Al final no va a realizarse el programa, pero mientras tanto, había empezado yo a ordenar mis ideas sobre la brecha salarial, para lo que estuve actualizando los datos. Aprovechando ese impulso, subo este post.

Ya sé que los datos fríos no son muy emocionantes, pero vamos a situarnos, que es importante para hacer luego los análisis y no confundir las definiciones.

El informe de la OIT Perspectivas sociales y del empleo en el mundo (Tendencias del empleo femenino en 2017) se refiere a tres cuestiones, la primera de ellas, el limitado acceso de las mujeres al mundo del trabajo, siendo llamativo que la mayor brecha respecto de las tasas de actividad se dan en los países emergentes (casi 31 puntos porcentuales), seguidos de los países desarrollado, donde la brecha en la tasa de actividad de las mujeres es de 16 puntos porcentuales. El informe constata la falta constante de mejoras en la situación de las mujeres en el mercado de trabajo.

En segundo lugar, el informe se refiere al hecho de que, una vez que las mujeres ingresan en el mercado de trabajo, tienen acceso limitado a oportunidades de empleo de calidad. La tasa mundial de desempleo entre las mujeres se sitúa en el 6,2 por ciento, a saber, una brecha de 0,7 puntos porcentuales respecto del desempleo entre los hombres, que es del 5,5 por ciento. Además, aproximadamente el 15% de las mujeres con empleo son trabajadoras familiares no remuneradas (es decir, trabajadoras independientes que trabajan en un establecimiento operado por un familiar), mientras que solo el 5,5% por ciento de trabajadores se encuentra en esa situación.

Además de tener más probabilidades de trabajar no remuneradamente para los negocios familiares, las mujeres también tienen más probabilidades de asumir mayor carga de trabajo no remunerado de tareas del hogar y cuidado de terceros.

Y, por supuesto, también son las mujeres las que trabajan menos horas por remuneración o beneficios, bien porque lo solicitan bien porque no les queda más opción que trabajar a tiempo parcial. En la Unión Europea, las proporciones de mujeres y hombres con trabajo a tiempo parcial involuntario (menos de 30 horas/semana) fueron de 8,2 y 2,6 %, respectivamente.

Y analizada la distribución por sectores del empleo, esta pone de manifiesto la existencia de segregación de género al registrar las concentraciones más altas de mujeres los sectores de la educación, la salud y el trabajo social, seguidas del comercio.

El informe pasa a valorar qué consecuencias económicas tendría que se cerraran estas brechas, resultando que el empleo registraría incrementos del 3,3 % en los países desarrollados y del 5,3% del empleo mundial, con importantes beneficios económicos y un incremento de 3,9 puntos (casi 4 puntos) del PIB mundial, con la consiguiente mejora en los ingresos fiscales.

Para conseguirlo, la OIT considera imprescindible aplicar un conjunto exhaustivo de medidas que resuelva las causas subyacentes de la segregación y diversifique las oportunidades tradicionales de empleo de mujeres y hombres, puesto que se constata el peso que las normas sociales y la conformidad con la función asignada al género tienen en las brechas existentes en el mundo del trabajo.

Esas medidas son las siguientes:

• Promover la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor integrándolo en la legislación y en los procesos de negociación colectiva, para lo que es necesario mejorar la transparencia salarial y la aplicación de evaluaciones laborales equitativas en materia de género y fortalecer la negociación colectiva.
• Combatir las causas subyacentes de la segregación profesional y sectorial, garantizando un acceso equitativo a oportunidades educativas, recompensar el trabajo de cuidado a terceros con una remuneración adecuada y apoyar la representación, participación y liderazgo de las mujeres en la toma de decisiones.
• Transformar las instituciones para prevenir y eliminar la discriminación, la violencia y el acoso. La legislación no basta para prevenir y elimianr la discriminación, por ello son necesarias otras medidas como la aplicación de sanciones disuasorias, la creación de órganos especializados y la instrumentación de campañas de concienciación.