Se ha publicado el Informe de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) sobre la mujer en la gestión empresarial, del que os adjunto aquí la versión resumida en español.
No es ninguna sorpresa saber que el informe muestra que la mujer todavía debe superar obstáculos considerables para ocupar el cargo directivo máximo o integrar las juntas de administración de las empresas. Pese a los progresos que han realizado en la gestión empresarial y al último decenio de activismo encaminado a romper el “techo de cristal” que les impide acceder a los cargos más altos, las mujeres siguen excluidas de la adopción de las principales decisiones económicas.
En el informe se examinan numerosas iniciativas destinadas a cuestionar los estereotipos de género, las culturas empresariales y la ausencia de medidas que concilien el trabajo con las responsabilidades familiares; también se incita a examinar más detenidamente las trayectorias profesionales de las mujeres y los hombres con objeto de eliminar prejuicios sexistas sutiles que al principio de la carrera profesional son casi imperceptibles. Dentro de este apartado, el informe pone de relieve cómo las mujeres son orientadas profesionalmente hacia departamentos desde los que no es posible acceder a los puestos superiores de dirección y son excluidas de aquellos otros que constituyen el camino por el que se accede a los mismos: los departamentos comercial (operación y ventas de productos), investigación y desarrollo de productos y en funciones de dirección general de las empresas. Sin embargo, las mujeres son mayoritariamente destinadas a trabajar en los departamentos de recursos humanos, responsabilidad social corporativa, relaciones públicas y comunicaciones, finanzas y administración. Es lo que se llama “paredes de cristal”.
Aunque de lo que estamos hablando es de un derecho de las mujeres a participar en la vida económica en pie de igualdad con los hombres, no dejan de buscarse argumentos sobre lo rentable que es que lo hagan. Es decir, parece que no es suficiente con la igualdad como valor y hay que encontrar criterios economicistas que hagan rentable para las empresas la promoción de las mujeres a puestos de responsabilidad. Sin dejar de constatar mi disgusto por esta forma de abordar la cuestión, que no se adopta cuando se trata de los hombres (que no tienen que demostrar la conveniencia de su contratación como género ni que ser especialmente rentables ni que aportar nada más que su trabajo y gracias) resaltaré también que el informe, recogiendo datos de un informe de 2011 de la asociación Catalyst, destaca
que las empresas de Fortune 500 con más mujeres en la junta de dirección eran un 16% más rentables que las demás. Las empresas con un número superior de mujeres en sus equipos directivos obtenían una rentabilidad sobre el capital invertido un 26% superior comparado con las demás. Las empresas con una alta representación femenina –tres o más mujeres- en sus juntas en los últimos cuatro a cinco años registraron tasas de rentabilidad sobre las ventas un 84% superiores, un 60% superiores de rentabilidad sobre el capital invertido y una rentabilidad sobre sus fondos propios un 46 % superior.
Si bien se han hecho importantes investigaciones sobre el efecto en los resultados finales, del equilibrio de género en los cargos directivos de la empresa, sigue siendo un problema establecer relaciones de causa a efecto. Se ha señalado que las empresas que promueven el ascenso de la mujer a los cargos más altos suelen ser las que invierten mucho en investigación, innovación y tecnología. Aumentar las actividades de investigación, sobre todo en las regiones en desarrollo, sería sumamente valioso, sobre todo para las numerosas organizaciones que promueven activamente una mayor inclusión de la mujer en todas las esferas de actividad.
Espero que lo encontréis tan interesante como me ha parecido a mí. Buen día a todas (y en el todas os incluyo a vosotros; hoy estoy militante).